Puede alguien, cualquiera sea su dimensión, aunque se trate del mismo dios, condenar a otro a padecer por la eternidad? es inconcebible. del mismo modo que resulta fuera de comprensión la actitud de quienes profesan el amor y la entrega espiritual incondicional a la nada, al vacío… al amor sin respuestas que, junto a la intriga y a la imaginación, son elementos que me han parecido desde siempre insondables. pero no sólo ellos, sino principalmente el deseo, porque en el desear está la chispa, el punto de partida y de arranque de cualquier iniciativa, de cualquier búsqueda. ¿dónde y cuándo se inicia este deseo? según jorge luis borges, cada uno se define para siempre en un solo instante de su vida, en un momento en que un hombre se encuentra para siempre consigo mismo. es probable que esto jamás nos suceda, o que la ausencia de deseo nos impida encontrarnos en ese momento de definición, ser conscientes de él y atrevernos a romper la barrera del miedo a uno mismo. pero basta con estar atentos y percibir las señales (tan sutiles en ocasiones) que nos indican que el llamado ha sido hecho. el año en que se publica este libro encabezado por el cuento que le da su título, bistrot pont moselle, he cumplido 74 años de edad. como se supondrá correctamente a partir de tal cifra, no es este libro mi primera expedición tras las huellas de algún deseo que haya irrumpido de súbito en mi vida, razón por la cual sé que no hay nada garantizado a priori, pero que la juventud es un tesoro que se cultiva y se nutre en cada búsqueda.