Desde sus primeros cuentos, publicados en 1985, el escritor Rodrigo Rey Rosa ha explorado los efectos que la prisión tiene sobre el cuerpo, la mente y las emociones de quienes viven sometidos al encierro, en medio de un clima de violencia ominosa. No todos sus personajes, sin embargo, son delincuentes que están condenados a pasar sus días en la cárcel. Algunos incluso habitan en mansiones, en tanto que otros pasan los días confinados en un centro de rehabilitación para drogas o forman parte de un programa de experimentación para borrar los recuerdos –quizá todo lenguaje– en medio de la selva. Esta antología reúne ocho relatos –uno de ellos inédito– escritos a lo largo de más de tres décadas, en lo que constituye una muestra contundente de la versatilidad técnica y el lenguaje sobrio, afilado, del autor guatemalteco.
Son historias que prescinden de metáforas, dominadas por una sensación de aflicción, donde la persecución y la paranoia se confunden en la misma medida en que a veces cuesta distinguir la realidad de las pesadillas.
Penal, reformatorio, clínica, casa, país: los nombres de las celdas pueden variar, no así la necesidad imperiosa de salir de ellas y recuperar la dignidad de poder elegir cómo se quiere vivir. Porque bajo el poder y la dominación, en las historias de Rodrigo Rey Rosa siempre late una voluntad de alcanzar la libertad.