No es extraño que hablemos de desigualdad diferenciando los ingresos económicos de los más ricos y los más pobres en un país o dentro de una organización. A veces referimos a las diferencias de poder en una sociedad o en un ámbito de ella. En ocasiones hacemos visible que la esperanza de vida o el puntaje de los test educativos son diferentes según el ingreso o que la contaminación recibida es distinta según la comuna. Nos cuesta, sin embargo, asumir que una de las formas de operación cotidiana