Forjado al alero del Partido Republicano, el neoconservadurismo es uno de los movimientos políticos de derecha más relevantes de Estados Unidos debido a las dos generaciones que lo hicieron posible: la primera, preeminente durante el gobierno de Ronald Reagan; la segunda, relevante en el mandato de George W. Bush; y ambas, sumamente influyentes en la política exterior estadounidense en el último medio siglo. Fueron las ideas neoconservadoras acerca de los derechos humanos, el armamentismo y la defensa nacional las que hallaron terreno fértil durante la administración de Reagan; y fueron los neoconservadores quienes respaldaron la decisión de George W. Bush de invadir Irak y emprender la guerra contra el terrorismo. Esas ideas siguen presentes en la política exterior de los Estados Unidos. Hoy, aparentemente debilitado, el neoconservadurismo enfrenta la crisis que amenaza a su partido: ha respaldado sin éxito a Ted Cruz, afín al Tea Party, rechazando la alternativa de Donald Trump, pero no pudo derrotar a este último en las elecciones primarias. Una lucha inédita entre personajes que irrumpen en un sistema político electoral resquebrajado que amenaza con deteriorar aún más la frágil salud de la democracia estadounidense.