Esta antología recorre tópicos de Cid venidos desde el Sur: el paisaje natural, la amistad, las relaciones humanas, con evidentes tintes oníricos, característica propia del surrealismo, como también de imágenes urbanas, difuminación, una nostálgica bruma de elementos que aparecen y desaparecen con nobleza. Fue parte del grupo «La mandrágora» («El único grupo verdaderamente surrealista de Latinoamérica», según Octavio Paz).