En los albores de los años 50 Albert Camus escribió: «Fue
en España donde mi generación aprendió que uno puede
tener razón y ser derrotado, que la fuerza puede destruir el
alma, y que a veces el coraje no obtiene recompensa».
En octubre de 1970, Augusto Olivares, mi padrastro,
que no sabía conducir, me pidió que lo llevara pues un
atentado terrorista contra el general Rene Schneider había
ocurrido en una calle de Santiago. Durante ese breve viaje
inolvidable, Augusto me habló con gravedad, me dijo que
la guerra estaba declarada y que sería una guerra a muerte.
Me comentó también que querer cambiar el orden de las
cosas siempre es una lucha, que siempre hay que creer en el
triunfo de la justicia, pero que también hay que prepararse
para el fracaso.
El golpe de Estado se produjo tres años después, pero
todo lo que me transmitió en ese extraño viaje del día hacia
la noche, que no duró más de veinte minutos, resultó ser
absolutamente exacto.
Este libro es un modesto homenaje a aquellos que fueron
derrotados y un intento de perpetuar sus almas.
Emilio Pacull Latorre