Escribo con el televisor encendido, dijo Carlos Cociña en una antigua entrevista, y no era ninguna metáfora, pues por entonces el poeta solía sentarse a escribir dispuesto a convertirse en el receptor distraído del que hablaba Walter Benjamin: sometido a imágenes y a sonidos incontrolables, el poeta-televidente recogía un eco y lo trabajaba, sin demorarse en concesiones a los protocolos del arte. No sé si Cociña se vale, todavía, del mismo método, pero sus experimentos en poesíacero.cl s