Se sintió mucho menos desdichada al enterarse que en la historia original, fue la madre y no la madrastra quien mandó a matar y luego envenenó a Blancanieves por envidia. Que era tanta la ambición de las hermanastras de la Cenicienta, que fueron capaces de cercenarse los talones y los dedos de los pies, para que les cupiera la zapatilla de cristal y que el príncipe las descubrió al notar el hilo de sangre que emanaban sus heridas. Entendió la bajeza de lo humano cuando supo que Pulgarcito y sus hermanos fueron abandonados en el bosque por sus padres, para ahorrarse la angustia de verlos morir de hambre y que a Rapunzel la intercambiaron por comida. Las historias de los hermanos Grimm se transformaron en su guía para la vida, que delataba las pasiones y perversiones humanas y las destrezas necesarias para desenvolverse en un mundo sórdido e injusto.