“El libro de Héctor López es la fotografía de un tiempo donde el arte de las y los fotógrafos se hizo parte de la soberanía del pueblo, de una soberanía negada, perseguida, castigada, ninguneada por el régimen dictatorial y que, de algún modo, es rescatada y dignificada por el instrumento con los mejores resplandores, que en una metáfora icónica se levanta como una bandera invertida frente al orden dominante.
“El arte de estas imágenes, como octavillas de protesta y décimas de la esperanza, son una forma de veridicción de la época; la memoria visual de una era despótica donde quien lleva la cámara como un mandato ético siente que está llamado a pararse frente al tirano y decir la verdad de lo que pasa. Hablamos de una generación que asumió la fotografía como un desafío estético comprometido con la denuncia y la conciencia. Es la osadía de «aquellos que se proponen decir la verdad a un precio no determinado, que puede llegar hasta su propia muerte» (en el decir de Foucault). Las y los fotógrafos ochentistas hacen en primer lugar un pacto con ellos mismos: toman la decisión de revelar lo prohibido por la dictadura y no ocultarse en el anonimato. La fotografía tiene un autor. Vincula su nombre a un acto de libertad absoluta.