Se trata de un tejido que traza una cartografía poética que retorna por lo menos a tres temáticas —problemáticas— fundamentales en la escritura de Adriana Paredes Pinda: la pulsión de una genealogía femenina; la compleja construcción de lo biográfico, que incorpora el sentido y el territorio de una identidad dañada y, como consecuencia, la lengua y el lenguaje champurria; y la poesía como práctica de la escritura. En este sentido, el libro emerge a partir de una lengua herida que se alimenta de la tragedia y del ardor de un deseo.