En playas de fuego del mar no habla la lengua de los muertos. El Mar representa la clausura de la palabra, el espacio donde queda encerrado el discurso, constituyendose solo como el reflejo y rebote del cielo, ilusión. En la poesía de Bárbara, el mar es el espacio de indistinción, un desierto de la palabra, la mudez absoluta. La muerte no es la fìsica, sino la muerte de la voz. El aliento se expande en la superficie y desaparece semejando el movimiento de las olas en la orilla. Borrando todo rastro.