Ezra Pound señaló, a principios del siglo XX, que «la gran literatura es sencillamente idioma cargado de sentido hasta el máximo de sus posibilidades». Y luego, puesto a trazar una jerarquía, le atribuyó a la poesía el honor de ser la forma literaria con mayor concentración de significado. De ahí su importancia y también su dificultad, la cual se pone aún más de manifiesto a la hora de traducir poesía. Se trata de una labor que requiere un amplio conocimiento que excede con mucho las posibilidades de la mayoría de los traductores profesionales, obligando a quien la lleve a cabo a pensar como poeta. Por ello, este libro propone el testimonio de treinta y cinco poetas de diversas generaciones y procedencias que, desde muy distintas perspectivas, comentan cómo han traducido y cuáles fueron las dificultades más frecuentes con las que se toparon a la hora de traducir poesía. Como podrá comprobarse, no hay una única respuesta. Con todo, ya se trate de una reflexión general o de los datos específicos del trabajo sobre la obra de un único autor, los textos recogidos en el presente volumen explican y justifican las razones de esa práctica.