Teoría del ojo puede leerse también como una bitácora-almanaque que vuelve girones lo que nos rodea. Un antídoto contra el olvido que nuestra sociedad rápidamente le asigna a la tragedia. Si un poema es un cruce de caminos, este libro es un vuelo que subraya la fragilidad del entorno en que habitamos, la conciencia de que aún, y quizá siempre, terminemos implorando a que alguna paloma transporte un mensaje hacia otro puerto.