¿Qué es W? ¿Una novela de aventuras donde el protagonista, Gaspard Winckler, debe viajar desde Alemania hasta la Tierra del Fuego siguiendo el rastro de un niño que lleva su mismo nombre y que ha desaparecido tras un naufragio? ¿Un compendio etnográfico sobre las costumbres de una sociedad perdida, obsesionada con el deporte, la competencia y la victoria avasallante? ¿El esbozo de la autobiografía de infancia de un escritor francés llamado Georges Perec?
En cualquier caso, sí podemos estar seguros de que en este libro se alternan dos relatos. Por un lado, la historia de la isla W y sus habitantes, que nos adentra en los horrores de una sociedad de deportistas obligados a competir por la gloria más evanescente o aceptar la miseria como justicia. Por el otro, el intento de biografía de la infancia durante la Segunda Guerra Mundial, que Perec construye a partir de textos diseminados, dibujos, fotografías, viajes, conversaciones con amigos y familiares. Ambos relatos no pueden evitar mirarse, al igual que dos espejos que se enfrentan y multiplican sus imágenes y figuraciones hacia lo infinito.
Pero W no sólo es un ejercicio novedoso de autobiografía, sino también la manifestación de los alcances de la memoria. La pretendida individualidad de un proyecto autobiográfico personal no puede sustraerse de la memoria colectiva, del horror de la guerra compartido por tantos europeos, y se propaga incluso hacia otros continentes, otros territorios donde hombres y mujeres también han practicado la persecución y el encierro de sus connacionales en estadios que asemejan cárceles.