Cocina y literatura no es una asociación antojadiza. Así se puede apreciar en esta compilación, que nos llega como si fuera una carta de comidas con apetitosos ensayos a cargo de nueve especialistas que han entrado a la cocina como verdaderos gourmets, tanto de la gastronomía como de la literatura. La carta contiene platos de sabores muy diversos, tales como la mesa fastuosa del emperador Tiberio; las palabras de Petronio cuando dice que hasta en el comer está la literatura, porque comer, beber, yacer, discurrir y soñar son los momentos de una misma búsqueda de perfección; y el filósofo Schopenhauer con su paradoja de la muerte que alimenta la vida («todos cazadores y todos cazados») .También podremos leer sobre un poeta francés hablando con entusiasmo del cocinar y el comer; o bien sentirse reportero gastronómico al leer cómo se come en Nueva York; o seguir la azarosa y adjudicada búsqueda de los platos creativos y experimentales de Leonardo da Vinci, experiencia que hace pensar en la actual «cocina fusión», y finalmente, como uno de los suculentos platos de fondo, la reflexión realizada por la compiladora de esta aventura gastronómica y literaria, quien afirma que el leer o escribir y el cocinar o comer obedecen a planos distintos de la expresión y de las necesidades humanas, pero cuando coinciden, propician un diálogo fructífero que nos recuerda que estamos vivos en la dimensión física, real, del cuerpo y en la construcción de ser a nivel individual, como en la sociedad y la cultura. ¿Y qué tenemos de postre? Pues lo mejor: se cuenta que en una entrevista que se le hizo en su propia cocina al escritor Günter Grass, a propósito de su novela El rodaballo, comentó frotándose las manos: «Esta tarde voy a hacer riñones de ternera. Yo he cocinado siempre, toda la vida». Y agregó sentencioso: «Considero que la cuestión de la alimentación es el asunto central de la existencia humana». ¿Qué más podemos decir? Tal vez anunciar a los lectores de este libro que la mesa está servida.