Si incluyéramos dentro de la dilatada obra de Borges buena parte de las entrevistas que dio —y que le permitieron seguir «escribiendo» ensayos cuando ya no los escribía en papel—, se comprobará que las menciones a las bibliotecas son muchas más que las presentes en sus ficciones y poemas. Interesa acá recordar una donde manifestó que «ordenar una biblioteca es una manera silenciosa de ejercer el arte de la crítica». La frase, desde que fuera pronunciada por primera vez, ha recorrido hasta hoy un largo trecho, asociando al criterio de orden una naturaleza del todo subjetiva y personal que les confiere su esencia a nuestras bibliotecas particulares. Y, en buena medida, de este tipo de orden trata el presente volumen. Con estos antecedentes y mi propio agobio, me he propuesto preguntarle a un breve número de escritores, críticos, historiadores, sociólogos y científicos de Argentina, Colombia, Chile, España y México, todos poseedores de importantes bibliotecas, por sus propios sistemas de ordenamiento. Confieso que mi curiosidad, si bien auténtica, también es interesada. Sin embargo, el resultado, como podrá leerse en las páginas que siguen, es francamente curioso y, a mi modesto entender, por momentos fascinante. De hecho, incluye todo tipo de estrategias que suman a la autobiografía la reflexión sobre el papel que los libros desempeñan en nuestras vidas, que plantean las tensiones entre el espacio público y el espacio privado, que se ocupan de la hipotética desaparición del problema con la desaparición de los libros y que avizoran los nuevos inconvenientes que nos deparan otros sistemas de transmisión del conocimiento. Quisiera entonces concluir estas palabras preliminares con una pregunta dirigida al lector de estas páginas: ¿en qué sector de su biblioteca va a ubicar este libro?