"¿Por qué el Pluto de hoy me recuerda tanto al hermano de ayer? Por la liberalidad, desde luego, y porque cualquiera sean las circunstancias de sus respectivas vidas, conocieron la felicidad de la manera más fácil posible: por el solo hecho de vivir. Ambos tuvieron la intuición de Albert Camus: en la vida no hay más que la vida. O la de Raúl Zurita: "¡Qué más droga que estar vivos!". El Pluto se bajonea a veces y dice que quiere morirse, pero se trata de una declaración producto de las ocasionales depresiones alcohólicas que cualquiera conoce. El Nancho, al final, sí tuvo una fuerte depresión. Pero la felicidad de ambos -y, si se considerara más sobrio, su alegría- no es de las que tienen que ver con metas alcanzadas, logros obtenidos ni posesiones adquiridas. Se trata de la felicidad como gracia, no como conquista. Otra cosa, claro, es la esperanza. Ambos conocieron la esperanza del fervor, del entusiasmo por cosas y por personas". Agustín Squella