La sonrisa es un umbral, un reconocimiento, abre el camino y nos
aporta la sensación de existir en el lugar preciso que nos corresponde
en el mundo."
Un gran antropólogo del cuerpo devela los misterios de uno de los
gestos humanos más bellos, y más enigmáticos: la sonrisa.
David Le Breton prosigue su antropología del cuerpo de manera más
refinada, más literaria también en comparación con sus libros
anteriores, para abrir nuevas vías de exploración al lector. Aquí no hay
entrevistas, solo vivencias y citas de escritores, cineastas o pinturas que
describen el fondo de las sonrisas, cientos de sonrisas más o menos
célebres que translucen significaciones diversas, contradictorias.
La sonrisa se adivina, atrae, transforma el rostro y nos introduce a unos
y otros a toda la sutileza polisémica de una humanidad que se reconoce
en ella. La sonrisa es, en efecto, un atisbo del alma, habla de la sutileza
de la presencia en el mundo, con el otro y con uno mismo. Aunque los
expertos constaten que la sonrisa es la reacción más débil del rostro
ante cualquier excitación ligera y facial, poetas como Paul Valéry la
consideran «el primer lujo del ser. Ya no es la necesidad la que grita y
llora. Es la apertura de la inútil necesidad de comunicar para algo más
que el alivio de la sed». Sí, la sonrisa suaviza el contacto cuando no es
de conveniencia, circunstancial, despectiva, exasperante o,
sencillamente, falsa. También es un ritual regido a veces por una sutil
jerarquía social que permite a los individuos comunicarse de otra
manera, sin palabras, con todo el cuerpo.