El nonno y el padre del crítico Pedro Gandolfo?, como se reseña en la contratapa de la obra, ?emigraron desde Italia ?en distintas épocas? y ambos terminaron afincándose en el pueblito de Colín y vivieron el resto de sus vidas dedicadas al campo. Él se crio ahí, conoció los ríos y quebradas con los niños del sector, memorizó los nombres de los árboles y los cambios de las estaciones, pero eligió el camino ilustrado ?la universidad y los libros?. Alguna luz para este pueblo es, entonces, una memoria de estas dos vetas que viven en Gandolfo: el amor y cercanía por la tierra y la distancia insalvable que acarrea consigo el observador cultivado, que siempre es un extranjero.