La ciudadanía ha sido entendida, en lo fundamental, como un estatus de pertenencia a la comunidad política nacional. Presupuesto que es cuestionado por un conjunto de autores que han señalado que debemos abandonar el ideal de una ciudadanía en el que cada una de sus dimensiones es definida en relación con, y a partir de, la comunidad política nacional, es decir, el Estado nación. La idea de una ciudadanía más allá del Estado nación es lo que se conoce como ciudadanía cosmopolita. Sin embargo, cabe preguntarse: ¿constituye la propuesta de una ciudadanía cosmopolita una alternativa normativamente «deseable» y empíricamente «viable» frente al modelo de ciudadanía nacional? Responder adecuadamente tal interrogante requiere, a su vez, dilucidar previamente cuáles son las «dimensiones» fundamentales que estructuran dicho concepto y cuál es el alcance que ha tenido el proceso de globalización sobre el Estado nación y la ciudadanía.