No hay guerra de las civilizaciones, no al menos en el sentido de una oposición ineluctable, de un «choque» o de un conflicto que tienda a la hipotética esencia que atribuimos a cada una de ellas, según una mirada que comprende de manera sesgada, instrumental y caricaturesca aquello que imaginamos que les pertenece y las caracteriza. La tesis de tal enfrentamiento, como sabemos, es aquella que sostuvo el politólogo norteamericano Samuel Huntington en un libro decisivo, titulado El choque de las civilizaciones, que obtuvo una mayor relevancia luego de los atentados del 11 de septiembre de 2001, cuando algunos pensaron encontrar en su visión la clave para entender lo que había ocurrido. Ya que nada parecía más peligroso que la esencialización de las pertenencias que esta teoría del choque suponía (siendo ésta comprendida como una nueva ley de la historia), podemos decir que afortunadamente fue el objeto de múltiples refutaciones que mostraron, entre otras cosas, cuál era la «cultura del enemigo» que ésta pretendía erguir. Sin embargo, pareciera que tales refutaciones no fueron suficientes y que la idea, simplista y caricaturesca de una coexistencia y de una cohabitación imposible o necesariamente conflictual entre individuos que se reconocen en «pertenencias civilizacionales» diferentes, ha comenzado a formar parte de las costumbres. Desde entonces, esta idea no sólo no ha dejado de ser insidiosamente difundida en los discursos públicos, en virtud de la «identidad» y de la «seguridad», sino que tampoco ha dejado de inspirar –sin decirlo claramente– las políticas europeas de inmigración. Por todos lados, las fuerzas políticas, ideológicas y religiosas se apoderan de la fuerza propia del apego que estas identificaciones suscitan, para ejercer y conservar su control sobre la vida.
ISBN: 978-956-00-1207-4 Nº de páginas: 76 Formato: 14 x 21,5 cms. Peso: 0,220 Año de publicación: 2019