En este libro, el autor toma la posta del creador del ensayo, Montaigne, y nos hace partícipes del placer de «pasear» por los más diversos temas, con soltura, profundidad y levedad al mismo tiempo. La tristeza, la muerte, la alegría y la amistad son algunos de los temas visitados por este ensayista que cultivó el amor por los libros y que fue fiel a una irreductible esperanza. La lectura de Lucidez del abismo parece una conversación entre iguales, cómplices de la misma fragilidad y de la misma extrañeza.