Cuando en 1935 el crítico literario chileno Raúl Silva Castro escribe que ninguna poesía de Gabriela
Mistral le «parece plausible» y que toda su obra es «un conjunto de exageraciones, caídas de tono,
imágenes oscuras y retorcimiento verbal» o, casi un siglo y medio antes, Voltaire califica Hamlet de W.
Shakespeare como «bárbara y vulgar», fruto de «un salvaje borracho», las glorias y las miserias de la
crítica se revelan en toda su intensidad: la miseria que implica el no acertar, la gloria que conlleva el
atreverse a fallar.
Este libro cobija un sinnúmero de juicios lapidarios, mordaces y desopilantes sobre grandes autores y
encumbradas obras que, para tranquilidad de lectores, escritores y estudiosos, no fueron capaces de
acabar con un buen libro o con un buen poeta. Algunas críticas, como nos advierte Constantino Bértolo,
artífice de esta extraordinaria antología del error -o del acierto cruel-, harían ruborizarse a sus autores;
otras, sin embargo, nos recuerdan que la transformación del placer privado de la lectura en una
profesión supone una búsqueda y no solo un extravío. «Quien tiene boca se equivoca -nos recuerda
Bértolo-, pero peor es mantenerla cerrada».