En Francia -en París; a decir verdad-; Michel Onfray tiene algo menos de filósofo de la École normale supérieure que de panelista de TV; a la vez polémico; despreciado y necesario. Para el parnaso o star system de la filosofía francesa; Michel Onfray es demasiado simple; demasiado ejemplar; demasiado político. Tal vez Thoreau no fuera tan distinto para el Estados Unidos de mediados del siglo XIX. Ese Estados Unidos menos poblado y ya democrático; pero que incubaba grandes ansias imperiales y que era lógico que ensayara con sus propios esclavos. Del encuentro simbólico entre estos dos hombres; surge Thoreau; el salvaje. ¿Cuánto hay de Thoreau en Onfray; cuánto de Onfray en Thoreau? ¿Cuánto de nuestra época se sigue reflejando en la pesadilla del sueño americano; qué queda de la utopía del Oeste en nuestras manos inútiles que descargan apps en segundos? En la noche de la filosofía contemporánea; Onfray invoca el nombre de Thoreau; toma un cuchillo y graba en la corteza de los árboles un libro elemental; imprescindible. ¿Una biografía breve? Un manual de supervivencia para un mundo estúpido. Edgardo Scott