"Sería desastroso, en efecto, que la pandemia pase, sin haber revelado las conciencias suficientemente para que recuerden que la urgencia sanitaria no es la última palabra de la crisis. Una vez salidos de los combates dados día a día para salvar vidas, son otras las luchas futuras las que será necesario saber inventar; es otro mundo el que será necesario imaginar y encontrar los medios de imponer", señala Marc Crépon en Tiempos difíciles: Las sociedades democráticas en la encrucijada. ¿Cuál es la encrucijada aquí? Dos conceptos: deseo y palabra. La demanda de deseo de participación ciudadana significa otro reparto de la palabra, la cual traduce este deseo como una intervención en la vida pública. La tesis que el filósofo francés sostiene es que la disyuntiva por la cual las democracias están sometidas a juicio tiene relación con la anulación de la palabra, debido a la invalidación de las voces que no han sido escuchadas y que buscan la participación en común. Esta puesta en común es expresada en la queja frente a los gobiernos que han pretendido hablar por el pueblo a través del populismo, del decreto y del control. Hablar en el lugar de los gobernados y en su nombre, ha conllevado una repetición de ciertos traumas legitimados por los Estados de excepción que se manifiestan en populismos democráticos. La participación no debe pasar por la desconfianza en la voz popular, definida desde la ignorancia, la desinformación o el desinterés y que, por tanto, se presume que necesita ser iluminada y guiada. Esto solo ha legitimado una demo-fobia. El propósito de este libro es repensar una democracia participativa que pueda anudar un contra-peritaje por parte de los gobernados, que no se reduzca a individuos, quienes actúan animados por la preocupación de defender sus propios intereses y no escuchan sus afectos. Lo que caracteriza este contra-peritaje es crear redes y movimientos asociativos que reúnan el compromiso para la vigilancia crítica contra los abusos de poder, las negligencias y las violencias.